Yuukoku no Moriarty: ¿Dónde están los demonios?

~Análisis introductorio~

«El infierno está vacío, y todos los diablos están aquí»!1…y son los nobles¡, señalarían los Moriarty de esta reimaginación de las historias de Arthur Conan Doyle. De hecho, los tres primeros episodios (y, tal vez un par más) nos presentan un contexto cargado de extremismos, los cuales fácilmente pudieron ser reales para la época en la que se asienta esta narración (e incluso permanecen en la actualidad). Pero, ¡tengamos cuidado!

Ideas consideradas como verdaderas

Partiré hablando sobre la palabra «ideología» tal y como se la fue entendiendo a partir del siglo XIX, particularmente desde la mirada de Marx, para el cual «Las ideas dominantes, fundamentalmente, son las ideas de la clase dominante (o de la clase que se prepara a convertirse en dominante), presentadas traicioneramente como ideas universales2. Esto concuerda perfectamente con los planteamientos tanto de la «nobleza» que se presenta en la serie, como los planteamientos de los protagonistas. Por ende, lo que vamos a presenciar es una lucha de ideologías cuyos bandos, lejos de buscar la «verdad» o lo realmente conveniente para todos, su objetivo es obtener o mantener el poder, a costa de lo que sea.

Pero no quiero usar la palabra «ideología» porque también tiene otras acepciones valiosas que no merecen ser perdidas por la definición anteriormente mencionada. Así que me decantaré por hablar de estas formulaciones como «ideas consideradas como verdaderas», que es así como bien las define, siguiendo a Nietzsche, Giovanni Reale3.

Volvamos a la serie. Estas ideas consideradas como verdaderas o que se hacen considerar como verdaderas son principalmente dos. La primera: Aquél con un estatus económico-social bajo le corresponde el ser considerado y tratado como un ser inferior despreciable del cual no hay que tener cuidado. La segunda: «Este sistema de clases pone una maldición en las personas. Debido a eso, los corazones de las personas están contaminados, despertando a los demonios. Sin embargo, lo opuesto también es cierto. Una vez los demonios son expulsados, los corazones de las personas se purifican y la maldición se levanta. El país seguramente será hermoso. Eres un noble, ¿no te gustaría ver algo así?»4. Es decir, este segundo postulado indica que el mal radica en todo aquél que favorezca la primera idea. ¿Y quienes generalmente favorecen esa idea? Pues reiteradamente se nos demuestra que es la «clase dominante», que incluso no debería llamarse «noble» porque el noble debe soñar y buscar un mundo sin la maldición de las clases económico-sociales, un mundo hermoso.

Sin embargo, dejando ya por descontando que la primera idea es insostenible como una verdad, también cabe precisar que la segunda idea no es más razonable porque la formula un genio. Ambos postulados parten de ideas sobre la naturaleza humana que carecen de una evaluación seria de la misma.

En primer lugar, ambos bandos no consideran al hombre (a todo hombre) en su conducta animal. ¿Qué conlleva esto? Pues teniendo en cuenta ciertas «generalizaciones válidas sobre el comportamiento animal»5, se puede señalar que el ser humano también posee como primer imperativo el de sobrevivir y evitar el dolor. Más aún, estamos sometidos a ese comportamiento evolutivo que nos conduce a la supervivencia de la especie. Por otro lado, dado que «En todos los mamíferos que viven en grupos es posible reconocer, más o menos claramente, un orden de mando, una jerarquía de dominación.»6. Y además, debido a que «Los animales gregarios viven en grupos diferenciados de otros de la misma especie»7. Es evidente que lo «más natural (biológico)» en nosotros sea la división de clases, las jerarquías y la «lucha de clases».

Bien señala Muñoz al decir que «La desigualdad y el enfrentamiento entre los hombres es innegable, pero, no es exclusiva de él, es universal»8. Llegamos desde siempre a un mundo de injusticias y mientras la humanidad siga siendo un ser biológico, estas no desaparecerán. No bastará con desparecer a los demonios nobles, para acercarnos a un mundo hermoso. ¿Pero entonces debemos aceptar una sociedad como la que nos plantea esta serie? Por supuesto que no, pero nos iremos apoyando en los «huérfanos» Moriarty para entender que una de las peores decisiones que podemos tomar es la de querer transformar el mundo para que calce con nuestros ideales que aparentan ser verdaderos.

Notas

1 Shakespeare, W. (1984). La Tempestad. Editorial Planeta, S. A., Barcelona, p. 107.

2 Reale, G. (2000). La sabiduría antigua. Herder Editorial S. L., Barcelona, p. 67.

3 Ibíd., p. 71.

4 Capítulo 03.

5 Burnet, M. (1970). El mamífero dominante. Alianza Editorial, S. A., Madrid, p. 15.

6 Íbid., p. 16.

7 Íbid.

8 Muñoz, F. (1998). El Filósofo ¿iluminado conductor de los hombres hacia la paz perpetua? En LETRAS. Revista de investigación de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas (UNMSM). Vol. 69 Núm. 95-96. Lima. DOI: https://doi.org/10.30920/letras.69.95-96